Soledad, Amistad y Muerte , Grandes Maestras



    Hoy después de mucho tiempo siento de nuevo la inspiración para poder escribir y esa inspiración se la debo a una de mis grandes maestras, la cual llegó en el momento justo de mi vida y me ha dejado muchas enseñanzas, Suzzane Powell gracias, por tanto, por tu luz y por tu misión aquí en la tierra. Esto es para ti.

    Hoy después de secarme las lágrimas pude por fin sentir mi silencio interno y tres grandes maestras se asomaron frente a mi : La Soledad, La Amistad y La Muerte, me dijeron que hemos caminado juntas de la mano a lo largo de esta aventura de vida que he venido a vivir. A las tres les agradezco pues el aprendizaje con ellas es constante, siempre creo que ya se todo y siempre me equivoco, no lo sé todo, aprendo, me equivoco, integro lo aprendido y continuo mi camino.

La Maestra Soledad

    Bendita maestra que me ha acompañado en tantos y tantos momentos, ella con amor me ha enseñado quien soy yo, cuanto valgo y que tan especial soy, pues de su mano se cuáles son mis gustos, cuales son mis mayores miedos y temores, también me enseñó a verme en el espejo, a bailar de alegría solo por el hecho de existir, me ha enseñado a sentir paz, a escuchar mi corazón y a darle a Dios un espacio para que yo le pueda escuchar todo lo que él me quiere decir. A esta maestra y amiga le debo mucho pues me ha mostrado mi fuerza interior para salir al mundo a caminar, para levantarme de la cama y para aprender a confiar en mi propia vida y a confiar en las cosas que no veo pero que ahí están. Ella me ha enseñado que no somos la otra mitad de alguien más, somos nosotros completos, me ha enseñado que el amor viene de adentro nuestro, no de afuera, que la sanación somos nosotros, no alguien más, ni algo más. Mi bella amiga y compañera que saca lo mejor de mí y me habla con amor cuando he tocado fondo, ella siempre es paciente y con amor me saca de esa desesperanza que llega cada tanto. Como seres mágicos de luz que somos venimos a esta tierra a aprender de nosotros mismos y también a deshacer creencias limitantes y lealtades ciegas que nos hereda el clan familiar y la sociedad, sí podemos, sí somos capaces, aunque muchas veces no lo parezca o no creamos en nosotros mismos. No necesitamos aprobación externa, no necesitamos que alguien más nos quiera aplaudir o que venga a decirnos que lo que hacemos está bien, eso es algo que debemos hacerlo nosotros mismos y esto es algo que a través del camino de la soledad se aprende. 

    Muchas personas temen a la soledad, pero solos venimos y solos nos vamos y aun así te digo, nunca pero nunca estamos solos, hay muchos seres amorosos de luz que nos acompañan y quieren lo mejor para nosotros, sólo que no sabemos escucharlos, pedimos guía pero no sabemos tomarla ni escucharla, no tenemos la humildad de creer en esa voz del corazón que nos habla y nos dice, ve por aquí. Siempre el ego hace de las suyas para que no le demos crédito a nuestro sentir.

    Junto con la soledad podemos activar la escucha del silencio, vivimos en un mundo muy acelerado que nos quiere estrellar a cada segundo, sumidos en redes sociales que nos dictan el actuar y nos programan a consumir y consumir, trabajamos, escuchamos música, televisión, Netflix, etc. Pero poco dedicamos al silencio, en la práctica del silencio nos escuchamos a nosotros mismos y esto a muchas personas no les gusta ya que reconocen sus propios demonios, pero al reconocerlos también pueden dominarlos, manejarlos y eliminarlos, también durante la práctica del silencio podrás dar espacio a tus ángeles y a tus guías de luz para escucharlos. Siempre pides ayuda pero cada cuanto das espacio para escuchar esas respuestas que pides?. Sobre todo, y muy importante en el silencio te abres espacio para escucharte a ti mismo, tu voz es la más valiosa de tu interior, esa voz sabe que quieres, que necesita tu alma en este momento de tu vida, esa voz te conoce más que nadie, porque esa voz eres tú. Y cuando no sabes ya quién eres la respuesta está en el silencio, pues ahí estás, solo que estas tapado por todo el ruido externo, dale silencio al cuerpo y el alma se manifiesta.

    La soledad no es un monstruo que viene a comerte, es una maestra que se hace presente para ti, para que estés para ti, para nadie más, es curioso ver quiénes somos cuando nadie mira, cuando estamos solos, muchas personas no toleran estar en soledad pues no les gusta quienes son o no quieren trabajarse a sí mismos.

    Otra gran lección es que para sanarnos a nosotros mismos debemos mirar dentro, reconocer, aceptar y transformar, todo con amor. Y estas miradas al interior pasan cuando estamos en soledad, en silencio, en meditación con nuestro ser, sintiéndonos, escuchándonos. 

    La meditación y sus miles de formas y una de ellas es el sentirnos, no hay que hacer nada más que sentirnos, sabrás que lo haces bien cuando te preguntes como te sientes y la respuesta sea directa, corta y honesta. Todas estas prácticas y más se reconocen en soledad. Yo por muchos años he buscado algunas respuestas fuera de mí, en otras personas, en otros lugares, en otras palabras, ajenas a las mías propias y aprendí que no voy a encontrar mi verdad en palabras ajenas, nuestro verdadero poder solo nosotros mismos nos lo podemos dar, solo nosotros tenemos las respuestas, lo que pasa es que no nos dedicamos a esto, no buscamos en el silencio el escucharnos, no le damos poder a nuestra fuerza, Dios vive en mi como yo soy. Dios nos habla en nuestro tono de voz y esa voz viene del corazón, se siente, se te pone la piel de gallina, pero bonito. 

Esto es lo que quería compartir hoy, pronto les cuento sobre mis otras dos amigas y maestras la amistad y la muerte. 


Con amor

Tania Matos B. 






 





















Comentarios

  1. "yo nada más soy yo cuando estoy solo" (Miguel Hernández).
    "Sé dónde está, la salida es hacia adentro" (Enrique Bunbury).
    Bellísima reflexión Tania, solo quise compartir un par de frases que me llegaron mientras te leía. La primera me ha acompañado por muchos años, casi como un mantra. No hay mucho que agregar, buena compañera y maestra la Soledad. Ya con ansias (y paciencia claro) de leer las próximas publicaciones. Un abrazo.

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